lunes, 17 de septiembre de 2012

panfleto repartido en la marcha a Madrid del 15S

Ante el inminente rescate:
ES URGENTE: HUELGA GENERAL YA
 
Una situación de emergencia
El rato que Rajoy se quedó en blanco cuando le preguntaron si iba a pedir un rescate en la entrevista televisiva del pasado día 10 es todo un símbolo de la encrucijada en la que se encuentra. El PP fue a las elecciones afirmando que todo el problema de la crisis se reducía a la falta de confianza y que esto se resolvería en cuanto ellos estuvieran en el gobierno.
Pero ha resultado que no. La crisis actual no es sólo una crisis financiera, ni el estallido de una burbuja, ni una crisis de la deuda ni una crisis de euro. Todo esto no son más que aspectos parciales, no las causas. Éstas hunden sus raíces en las contradicciones capitalistas que se resumen en un atolladero terrible para elevar la tasa de ganancia hasta un nivel que permita la reanudación de la acumulación, debido a la gigantesca sobrecapitalización existente. Esta crisis es la segunda más profunda del capitalismo desde 1929. Aunque sean feroces, los ataques que la burguesía de todos los países ya ha lanzado sólo les han hecho avanzar palmos cuando necesitan kilómetros.
Así el gobierno ha ido de negar la necesidad de ayudas a aprobar solicitarla sólo financiera, que en breve será la solicitud de un “rescate” en toda regla.
El “rescate”, como en Portugal, Grecia e Irlanda, a quien rescataría es a los acreedores del estado y por eso es apoyado por la gran burguesía que ha hablado por boca del vicepresidente de la CEOE metiendo prisa al gobierno. Si las feroces medidas hasta ahora se justificaron para evitar el rescate, cuando se solicite éste quedaran empequeñecidas.

¡Por una reacción unida de la clase trabajadora!
Reforma laboral, ataque a los empleados públicos, a los parados... Es una ofensiva frontal. Pero no vemos una reacción de la clase trabajadora a la altura de los ataques. Las luchas están siendo puntuales.
Pero no es que no se produzcan. Antes del verano se dio el combate a la desesperada de los mineros del carbón, enfrentándose a medidas que significaban su liquidación. Tras los recortes salvajes, los empleados públicos hicieron multitud de movilizaciones. La marcha obrera del SAT por Andalucía, a pesar de la demonización abyecta que ha sufrido a manos de los medios, encuentra una cálida solidaridad por donde va.
Es que la mayoría de la clase trabajadora se opone a las medidas y está convencida de la necesidad de movilizarse contra ellas, pero no encuentra cómo. Y no lo encuentra porque los sindicatos mayoritarios, CCOO y UGT, se han encerrado en la pasividad tras la huelga general del 29M. Además, los partidos tradicionales de la clase trabajadora colaboran con las medidas: el PSOE de Rubalcaba está silencioso, pero las aplica donde gobierna, como Andalucía, donde IU se traga sus palabras y también las aplica. Y las únicas alternativas que se le ofrecen a la clase trabajadora son o bien “ciudadanas”, no de clase, como el 15M, o bien sindicatos “alternativos” cuyas movilizaciones parecen más pensadas para disputar votos a CCOO y UGT que para ganar las luchas.

Cumbre Social”: estrategia de colaboración de clase
CCOO y UGT gimen por no poder volver al camino trillado que adoran, el del pacto social. Algo tenían que hacer si no querían que el descrédito que sufren se transforme en un rechazo explícito por parte de la clase trabajadora. Esa es la función de la “hoja de ruta”.
La “Cumbre Social” que la ha planteado ha sido una reunión celebrada el 25 de julio. Participaron CCOO, UGT, CSI-F, USO, organizaciones de consumidores, populares, pero también sindicatos policiales, una organización militar, otra patronal y muchas ONG´s. Lo que dice la “hoja de ruta” es que las medidas de Rajoy son ilegítimas porque no estaban en su programa electoral. Por ello le exigen al gobierno un referéndum. Si éste no lo convoca -lo más probable- organizarían una “consulta social”. Y sólo entonces, ya a las alturas de noviembre, se plantearían si convocar una nueva huelga general.
Aparentemente es un plan de movilización “realista”. Pero en realidad es una táctica opuesta por el vértice a la de la movilización independiente de la clase trabajadora. Las movilizaciones no las convoca el movimiento obrero sino una “cumbre social” que es un frente con representación de organismos patronales y fuerzas represivas. Y no se hace para exigir al gobierno que satisfaga las reivindicaciones de los trabajadores como clase sino para las ponga a consulta en un referéndum que podría convertirse en un elemento de justificación de los recortes.
¿Significa esto que no hay que venir a Madrid a la marcha convocada por la “Cumbre” el 15S? En absoluto. La marea humana que ha venido a Madrid lo ha hecho para parar las medidas y no para que se “voten”. A nadie le importa la formalidad de si Rajoy las mencionó o no durante la campaña electoral, los trabajadores van a Madrid a mostrar su oposición y disposición a combatir. El “bloque crítico” que CGT, el sindicalismo alternativo y la extrema izquierda han formado en la marcha debe estar al servicio precisamente de incidir en esta contradicción: romper la “hoja de ruta”, forzar LA HUELGA GENERAL YA.

Toma” u “ocupa” o “rescata” el Congreso: una nueva variante de la estrategia “ciudadana”
Desde julio viene circulando esta propuesta por las redes sociales. Los impulsores de la propuesta permanecieron en el anonimato hasta agosto y que finalmente se ha dividido en dos sectores, “Plataforma en Pie” y “Coordinadora 25S”. Todo esto ha desatado mucha polémica en las redes sociales: “golpismo”, “secretismo”, etc. ¿Qué hacer?
No apoyamos esta iniciativa. Nuestra oposición no se basa en la posible infiltración fascista aunque es cierto que muchos fascistas la ven con simpatía, según sus webs. Tampoco con el método con que se ha elaborado. Se basa en la propia concepción de la acción. Se supone que la gente -parada, claro, el que tenga trabajo tendrá que irse- tiene que rodear al congreso hasta que... se disuelvan las cámaras, dimita el gobierno y comience un proceso constituyente (“destituyente” lo llaman). No sólo es un objetivo imposible, sino que además siembra ilusiones. Una verdadera asamblea constituyente no puede ser garantizada más que por un gobierno provisional revolucionario. Si no es así, será una asamblea mediatizada por el poder anterior, a medio derribar. ¿Se puede saber quién va a tomar el poder el 25S cuando dimita el gobierno? Porque toda la charla sobre “asambleas de base” discutiendo constituciones mientras la burguesía sigue en el poder no es simple ilusión, es engaño consciente. La acción del 25S tiene como objetivo legitimar la idea de que los males que sufrimos tienen como causa la falta de democracia y que ésto se puede solucionar mediante una movilización ciudadana pacífica, que las fuerzas represivas del estado quedarían suspendidas en el aire. Por el contrario, la revolución social implica la movilización sobre una base de clase, no ciudadana. Desde luego implica acabar con la democracia burguesa y sustituirla por una democracia más elevada, obrera, pero con el objetivo de acabar con el capitalismo. Y no es posible más que cuando el poder cambia de manos, lo que no se puede hacer sin romper el aparato de estado burgués.
Pero, si pedir que dimitan todos es una estrategia de colaboración de clases, ¿no es peor la de CCOO y UGT que sólo piden un referéndum, que sólo llaman a montar una consulta popular y no una nueva constitución? Cierto, las dos estrategias son callejones sin salida. Pero movilizaciones obreras como la del 15S, independientemente del significado que los burócratas le quieran atribuir, muestran al conjunto de la clase su fuerza, le infunden ánimos para continuar luchando con sus métodos, la huelga, la manifestación, por sus condiciones de vida. La movilización del 25S, hija del 15M, es por definición, ciudadana, interclasista, no obrera, y no crea conciencia de clase sino democratista.

¿Cómo desatascar la situación?
El hilo que permite deshacer el ovillo está en la unidad de la clase trabajadora. En estos momentos es más importante que nunca llamar a la unidad de la clase, lo que implica la unidad de las organizaciones sindicales y políticas que hablan en nombre de la clase. No tanto porque de este modo se puedan conseguir triunfos (aunque también, pero ahora la cosa está difícil) sino porque así se dan pasos para la reconstrucción de la clase trabajadora como sujeto político.
Todo el mundo conoce el descrédito de las burocracias de CCOO y UGT. Pero muchas veces se malinterpreta. Se confunde el odio antisindical que se ha difundido en la clase media asalariada, totalmente reaccionario, con la sana desconfianza que sienten los trabajadores hacia la burocracia colaboracionista que tantas veces los ha vendido. Y sin embargo, lucha tras lucha, en el sector público y en el privado, oímos la misma exigencia de la base, de los no afiliados: “unidad sindical”. Naturalmente hay diferencia entre la aspiración ingenua a la unidad y la búsqueda consciente de la unidad en la lucha por los revolucionarios, que la condicionamos a un programa y medidas de lucha reales. Pero no hay mejor modo de conseguir que los revolucionarios queden aislados e impotentes que convertirlos en un obstáculo para las aspiraciones unitarias de las masas.
Pero ¿Qué programa hay que levantar? Si se va construyendo desde abajo un frente único en defensa de todas las conquistas, contra todos los ataques, ya sería un logro gigantesco. Sería en ese proceso en el que habría que luchar por un programa anticapitalista, centrado en la expropiación de la banca y las grandes empresas, el control obrero, la ruptura con la Unión Europea y el gobierno de los trabajadores que imponga estas medidas. Un programa para la revolución social, no para la revolución democrática. En esta lucha cristalizarán los elementos para construir un partido obrero comunista internacionalista, sección de la IVª Internacional reconstruida, única herramienta posible para lograrlo. Esa es la batalla del GCI.
Grupo de Comunistas Internacionalistas,
15 septiembre 2012
No esperar a ningún referéndum:
-HUELGA GENERAL YA, CONVOCADA POR TODOS LOS SINDICATOS DE CLASE
-Ni referéndum, ni nuevas elecciones, ni “procesos constituyentes”:
parar las medidas, levantar un programa de emergencia, por un gobierno de los trabajadores
-Declarar la bancarrota del estado, no pagar la deuda
-Salgamos del euro y de la Unión Europea, por los Estados Unidos Socialistas de Europa

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