jueves, 3 de abril de 2014

MARCHAS DE LA DIGNIDAD 22M:

UN PUNTO DE INFLEXIÓN
UN SALTO EN LA MOVILIZACIÓN OBRERA Y POPULAR

El pasado 22 de marzo una enorme marea humana cubrió el tramo desde Atocha hasta la Plaza de Colón en Madrid, alrededor de tres kilómetros. Se trataba del punto de llegada de una riada de marchas a pie que desde distintos puntos de la geografía peninsular, caminaban en protesta contra la oleada de ataques contra las clases populares. Por trabajo, por pan, por vivienda, los más diversos colectivos y una masa de gente a título individual se han movilizado contundentemente contra las políticas antiobreras y antipopulares del gobierno y la UE.


Una gran movilización obrera contra el ajuste y los recortes
No nos vamos a meter en la polémica de si se alcanzó el millón o se acercó a los dos. En cualquier caso, no hay duda de que fue la manifestación más grande de los últimos 30 años. El número de manifestantes no sólo desbordó las previsiones del gobierno sino también las de los organizadores, incluso los más optimistas. Pero, con ser tan importante el número, la cantidad, más importante aún es la calidad. Ha sido una impresionante movilización obrera contra el gobierno.
Llevamos tiempo denunciando que la mayoría de las organizaciones de izquierda y populares intentan imponerle al movimiento de masas una ideología aclasista, la de la “ciudadanía”. Que una y otra vez intentan obviar el carácter de clase burgués, capitalista de las medidas antipopulares que todos los gobiernos vienen aplicando, así como el carácter de clase, proletario, de la salida en interés de los sectores populares, que no puede ser más que anticapitalista, socialista. En lugar de esto, critican las medidas como “neoliberales”, aplicadas por “políticos corruptos” y la salida que levantan es “democrática”, pero tácitamente capitalista.
En esta vena, recordamos cuando Democracia Real Ya y el 15M inicial, con la complicidad de gran parte de la izquierda, se oponía a las banderas, a “todas las banderas” en las manifestaciones. De hecho, se oponían a las banderas rojas y rojinegras, que representan a la clase trabajadora, y a las banderas tricolores que simbolizaban un auténtico cambio de régimen y no un anémico “cambio de ley electoral”.
En el caso concreto de las Marchas del 22M, habíamos criticado que el centro de la movilización no fuera tirar a un gobierno como éste, no sólo el más antiobrero desde el franquismo sino también un gobierno que está en crisis con su propia base y sacudido por escándalos de corrupción. Decíamos que la consigna “tirar al gobierno” no estaba en el manifiesto ni en los múltiples llamamientos a las marchas (se decía “que se vayan los gobiernos de la Troika” lo que no es un llamamiento a tirarlo ya). Incluso la discusión interna en la organización de las Marchas que dio lugar a la formación de una columna “alternativa”, “de clase” (formada por CGT, Co.Bas, Solidaridad Obrera, Marchas Obreras y otros) era sobre si sacar o no la consigna Huelga General, que en cualquier caso, nosotros también apoyamos, pero ni se mencionaba “abajo el gobierno”.
Sin embargo, los y las asistentes a la marcha lo tenían claro. A todo lo largo y ancho de la marcha atronaban los gritos “no hay otra manera, con la patronal o con la clase obrera”, “hace falta ya otra huelga general” y “abajo el gobierno, abajo Rajoy”. Eso en una marcha donde las banderas nacionales y territoriales (extremeñas, andaluzas, catalanas, vascas) asomaban sobre un fondo tricolor, rojo y rojinegro, es decir, republicano y de clase. De hecho, todas las intervenciones del atropellado cierre giraron en torno a esta idea: ¡Abajo el gobierno!
Este aspecto superestructural, de las consignas, pancartas, ideología de las Marchas, se correspondía con su carácter social. Nadie ha hecho una encuesta, pero resultaba bastante evidente que la Marcha era abrumadoramente obrera, con un componente de trabajadores manuales muy elevado, frente a otros sectores como empleados, clase media asalariada, estudiantes, etc (aunque todos estos sectores populares también estuvieran abundantemente presentes y nos alegramos por ello). Aunque todavía queda mucho por ver en lo que se refiere al despertar de la clase obrera, es innegable que una parte sustancial de su vanguardia consciente, perteneciente a distintos sindicatos y partidos, estuvo presente en la movilización.
En resumen, fue una inmensa movilización obrera, de clase, contra las medidas del gobierno, pidiendo formas obreras de lucha - huelga general - y encaminada no a hacer rectificar al gobierno sino a tirarlo. ¡El 22M marca el camino a seguir para el movimiento de masas!

El simbólico apagón informativo: el 22M, un régimen agoniza, otro nace
Todos los medios de comunicación ligados al gobierno (que son la mayoría), en papel o en las ondas, silenciaron las marchas durante toda la semana, mientras iban avanzando desde los cuatro puntos cardinales hacia Madrid. Y el mismo sábado las silenciaron “matando” prematuramente a Adolfo Suárez.
Sin embargo resulta muy simbólica esta yuxtaposición. Ante la conciencia de sectores de masas los dos hechos resultaron simultáneos: la muerte del principal organizador de la “transición”, del actual régimen pseudodemocrático, monárquico, heredero del franquismo, se produce cuando a la vez que se realiza la manifestación más grande que se recuerda, una que, mientras formalmente exigía un nuevo proceso constituyente, estaba cubierta por una marea de banderas tricolores nunca vista.
Es simbólico porque estamos viviendo un proceso acelerado de descomposición de los elementos fundamentales del régimen que Suaréz ayudó a crear: la Monarquía vive sus horas más bajas, el carácter indivisible del estado se ve desafiado por la “consulta” catalana, los órganos ejecutivos y legislativos -gobiernos y parlamentos central y autonómicos- viven su momento de máximo descrédito, sólo los jueces “justicieros” han salvado al poder judicial se caer en el mismo saco, etc. Si en 2011 había quien pedía no enarbolar la bandera republicana porque “divide” ahora sólo divide quien no la levanta.

Altercados al final de la manifestación: el miedo cambió de bando.
Naturalmente, al final de la manifestación hubo altercados con la policía. No podía ser de otra manera. Por un lado, es lógico que haya sectores del movimiento de masas que quieran manifestar su odio por las fuerzas represivas que se están empleando tan a fondo contra cualquier manifestación popular. Por otro lado el gobierno necesitaba altercados, no cualquiera sino graves y no a cualquier hora sino en el momento en que comenzaban los informativos televisivos. Ellos saben que su base electoral, toda esa gente de “orden” que empieza a intranquilizarse por los efectos de los recortes y los escándalos de la corrupción, son muy sensibles a estas cosas y se los puede ganar de nuevo metiéndoles el miedo en el cuerpo a los “radicales” de “extrema izquierda”. Por eso las cargas policiales comenzaron cuando aún no había acabado la marcha, dentro del horario “legalizado”.
Es posible que en los acontecimientos haya tenido un papel la provocación. El nuevo grupo falangista (que no “anarquista” como erróneamente dicen algunos) que ha montado Ynestrillas alardea de haber participado. Pero es incontestable que la mayoría de los que participaron eran manifestantes. Y no hay porqué avergonzarse. Lo cualitativo es que, sean cuales sean las cifras exactas, hubo más policías heridos que manifestantes. Como decía uno de los lemas de las Marchas: “el miedo ha cambiado de bando”.

Las direcciones de CCOO y UGT: esquirolaje abierto contra la creciente movilización
Uno de los aspectos más destacados de las marchas ha sido su masividad conseguida a pesar de haberse organizado todo por fuera de CCOO y UGT. Y esto es destacado porque la creciente movilización no ha afectado a lo más mínimo a un hecho que sigue siendo un dato estable de la realidad: estas dos centrales sindicales siguen abarcando a la inmensa mayoría del movimiento obrero organizado, especialmente el industrial.
CCOO y UGT no apoyaron abiertamente con sus siglas las marchas. Reflejando la división interna que se manifestó en las reuniones de sus organismos de dirección, no se opusieron públicamente a las marchas, las llegaron a convocar vergonzantemente mediante su sello vacío, la “Cumbre Social”, y permitieron que federaciones o uniones locales enteras montaran autobuses. Muchísimos afiliados de CCOO asistieron a las Marchas, pero generalmente con pocos o ningún distintivo.
Sin embargo, los dirigentes de ambas centrales, Toxo y Méndez, perpetraron la misma semana antes de las marchas, un atentado contra ellas. Mientras lo más granado del movimiento obrero y popular del estado se manifestaba para rechazar de plano todas las medidas y al mismo gobierno, Toxo y Méndez se reunían con Rajoy y Fátima Báñez. Cuando la paciencia de sectores crecientes del movimiento de masas se desbordaba, ellos se sentaban con un nerviosísimo Rajoy para “hablar”. Es que nada aterroriza más a los burócratas que el repunte de la movilización.
Los dirigentes de CCOO, como parte del “rearme” de su sindicato frente a la campaña mediática en su contra, han convocado una asamblea de delegados en Madrid para el día 5 de abril. Desde luego, es criticable convocar una asamblea de delegados, además en solitario (UGT convocó la suya el pasado 15 de marzo) como sustituto de una movilización. Además, es evidente que su intención es que esta asamblea de delegados sea un simple mitin de Toxo y algún otro jefecillo. No obstante, es una oportunidad para que aquellos delegados más cercanos a la base intenten hacerse oír. Nos parece que los ejes fundamentales que deben levantar son: la única defensa contra las medidas del gobierno, la única defensa contra la campaña mediática antisindical, es la ofensiva. Contra la reforma laboral, contra los recortes, movilización, no negociación con el gobierno. Contra la campaña mediática, cortar la raíz de la corrupción: no firmar ERE´s sino luchar por el mantenimiento de los puestos de trabajo, no al aparato hipertrofiado financiado por el estado sino vivir de las cotizaciones, no a la burocracia vitalicia privilegiada, duración determinada de los cargos y rendir cuentas a la base.
Todo esto es importante, pero en realidad no se podrá cumplir más que derribando a la actual dirección de CCOO, la dirección Toxista, exGutierrista, exFidalguista, y sustituyéndola por una dirección de lucha e independiente del estado. Eso sólo podrá hacerse en un congreso de las bases. Y estaría en el camino de la unidad, hacia la central única de trabajadores, de clase, democrática, unitaria, independiente de la patronal y el estado, que surgirá de la eliminación de la burocracia y la unificación de todos los sectores clasistas de los sindicatos.

La clase obrera y la movilización
El punto débil de la movilización que avanza es que precisamente el único sector social que podría dar dirección al conjunto del movimiento de masas no se encuentra a la vanguardia. Desde 2011 hemos asistido a una explosión de movilizaciones, manifestaciones, marchas, escraches, ocupaciones, concentraciones, etc. Pero el número de huelgas sigue siendo muy bajo. Es un revelador de que la clase obrera industrial no se está movilizando en sus lugares de trabajo (aunque individualmente muchos obreros participan en las movilizaciones, es falso contraponer una supuesta apatía obrera frente a las clases medias asalariadas movilizadas).
Por eso, el impulso a la participación obrera en las movilizaciones generales, el impulso por desarrollar movimientos en el ámbito sindical, en defensa de las conquistas de los convenios caídos, contra los despidos, cierres y la precariedad, en solidaridad con las luchas largas y porfiadas como las de Panrico y Coca Cola, etc, son tareas que tienen una jerarquía especial para el sector de la vanguardia que se considere auténticamente anticapitalista, que no aspire sólo a “refundar la democracia” sino a tirar al sistema.

Y ahora, ¿qué?
El 22M ha sido un punto culminante y en ese sentido, irrepetible. Pero es necesario ver qué hacer ahora o se dilapidará lo conseguido del mismo modo que CCOO y UGT nos tiene acostumbrados tras cada gran huelga general.
Detrás de las Marchas no hay una gran fuerza organizativa. La coordinadora que asumió la organización no tiene entidad propia fuera de las organizaciones que la componen. Y estas (SAT, Podemos, Frente Cívico-Somos Mayoría...) están dedicadas sobre todo a las elecciones europeas que están cercanas.
No es así con la CGT. Ésta levanta como tarea central la huelga general. CGT siempre levanta huelga general como solución para todo. Naturalmente que estaría bien avanzar hacia una huelga general. Pero la CGT no da ninguna alternativa fuera de la simple lucha reivindicativa contra el gobierno. Su prejuicio “antipolítico” no muestra más claramente su contenido reformista que en este momento, cuando en la práctica se erige en oposición a buscar una alternativa política. Todas sus excusas sobre “todos son iguales” acaban significando que no plantean otra cosa, fuera de los finales líricos de los panfletos, que limitar las medidas del gobierno.
Entonces, ¿cual es la tarea central en este momento?
De lo que se trata es de continuar la movilización lo más unitaria posible con el objetivo de tirar al gobierno. Lo cualitativo es ir a movilizaciones cada vez más masivas, que abarquen a sectores sociales crecientes. Lo cualitativo es mover incluso a los que siguen quietos, es tomar las calles, es hacer crecer el movimiento huelguístico. Dicho de otra manera: lo cualitativo es fortalecer el frente único obrero, la unidad de clase de todos los sectores y organizaciones de la clase trabajadora y su alianza con todos los sectores populares.
Y por lo tanto, no es lo cualitativo, no es la tarea del momento que las acciones sean “más radicales”, más “sacrificadas”, más “contundentes”, y por lo tanto, más minoritarias. No estamos en una situación de retroceso donde se trate de salvar el honor frente a la marea reaccionaria, sino todo lo contrario. Estamos en una situación donde el despertar de capas nuevas está a la orden del día, donde lo que está planteado como posibilidad es aumentar aún más la masividad del movimiento, ya que hay grandes sectores de la clase trabajadora que aún no han entrado en la lucha y parecen estar a punto de hacerlo.
Sin embargo, la política de CCOO y UGT, que vuelven a la vía de la negociación con el gobierno, como la del PSOE, que consiste en no moverse hasta las elecciones generales del 2015, son el más acabado sabotaje a la movilización. En cuanto a IU, su participación en el gobierno andaluz con el PSOE aplicando los recortes vacía de contenido sus pretensiones de representar una alternativa. El repudio a esta vía negociadora, la exigencia de romper las conversaciones, el clamor por una huelga general unitaria, tienen que ser señas de identidad del movimiento. Forzosamente van a acabar por reflejarse en el interior de los dos grandes aparatos burocráticos.
Entonces de lo que se trata es de montar el más masivo movimiento, huelguístico y en las calles, para tirar al gobierno. Y ¿qué pasaría si lo logramos, si el gobierno de Rajoy cayera por la movilización? Pues sería un triunfo mayúsculo de las masas. No habría que confundirse por las circunstancias concretas en las que se produzca. Seguramente la movilización que le de la puntilla no sería la mayor del período sino la que finalmente rompe su resistencia. No implicaría la destrucción del PP, ya que seguramente se recompondría como pueda para presentar otra alternativa. No sería sustituido por un gobierno de los trabajadores sino por alguna otra variante de recambio burguesa, incluyendo seguramente a la “izquierda”.
Pero lo que hay que comprender es la diferencia cualitativa que habría entre que el PP cayera por la movilización y por las elecciones. En el primer caso, el impulso, la inyección de confianza que tendría el movimiento de masas sería incomparable con el segundo. La objeción de “que más da, si el único sucesor que puede tener Rajoy sería otro gobierno burgués” no es sólo estúpida, en realidad es una defensa velada del status quo.
Pero la caída del gobierno pondría sobre el tapete con mayor agudeza aún si cabe el problema de los problemas, el problema de una alternativa obrera de poder. Nosotros no escondemos nuestra opinión: la teoría y la experiencia histórica nos hace pensar que sólo por medios insurreccionales puede la clase trabajadora hacerse con el poder. Y que sólo si la clase trabajadora forja un instrumento apropiado para la tarea, puede conseguirlo. Tal instrumento no puede ser otro que un partido obrero comunista internacionalista, una unión democráticamente centralizada de la vanguardia obrera alrededor de un programa marxista, un partido que sea la sección local del Partido Mundial de la Revolución Social, la IVª Internacional reconstruida.
Pero la crisis política se desarrolla a una velocidad que hace inviable simplemente recitar esta receta. Es necesario ir avanzando en construir un polo obrero y socialista-comunista que se convierta en alternativa para las grandes masas movilizadas que buscan una salida. No se trata tanto de la “unidad” por la “unidad” sin base de clase y sin programa, sino de ir avanzando en alguna estructura organizativa que pudiera unir a sectores de la vanguardia obrera alrededor de un programa de clase, democrático y anticapitalista. No tiene sentido concretar más: sólo los acontecimientos pueden dotar a este programa de carne y sangre. Ayudar a que se de desde nuestra humilde capacidad es la tarea que nos marcamos.
Grupo de Comunistas Internacionalistas.
2 de Abril 2014

No hay comentarios:

Publicar un comentario