domingo, 28 de junio de 2015

tras el 24M:

Tremendo desbarajuste en el sistema de partidos,
fuerzas “alternativas” al frente de municipios clave;
pero ¿un paso adelante para la clase trabajadora?


El resultado de las elecciones municipales y autonómicas del 24M, celebradas cerca del primer aniversario de la abdicación de Juan Carlos, ha sido a la vez previsible y sorprendente. Previsible porque se inscribe en la tendencia, a la desestabilización del conjunto del sistema de partidos del régimen, una tendencia marcada por las europeas pero que se apuntaba desde antes. Y sorprendente, porque era imposible preveer las combinaciones concretas a las que iban a dar lugar los resultados.
Los dos partidos que han sido el puntal del régimen caen estrepitosamente, fundamentalmente el que tiene la responsabilidad del gobierno y por lo tanto la de los recortes; pero los resultados no son tan simples como para decir que suben los dos que se plantean como recambio. Por todas partes han obtenido magníficos resultados las candidaturas llamadas “de unidad popular”: las alcaldías de Madrid y Barcelona, así como Valencia y Zaragoza son sus símbolos.. Pero, ¿qué significa esto para la clase trabajadora? Porque estas candidaturas ni se reivindican obreras ni socialistas. Por el contrario, se postulan como “ciudadanas”. Es decir, no son de “unidad popular”, expresión que parece sugerir la unidad de los explotados y oprimidos contra los explotadores, sino de Frente Popular, que representa la unión de los explotados con los explotadores autodenominados “democráticos”.
¿Cómo continuar la lucha por el socialismo en este marco?


Hundimiento del PP
Los dirigentes del PP, mientras se les escapaban exclamciones como “qué hostia” (Rita Barberá), el primer día intentaron aferrarse a que seguían siendo el partido más votado. Pero la realidad se impuso en menos de una semana. Los resultados han sido un desastre para el PP, que acumula una pérdida de votos de dos millones y medio desde las municipales anteriores. En este momento, para un partido que no sólo es un instrumento de gobierno al servicio de la burguesía, sino también un aparato corrupto dedicado al enriquecimiento de sus dirigentes y sectores clientelares, la cantidad de votos que mantienen es irrisoria si tenemos en cuenta que el resultado ha sido perder gobiernos autonómicos -Pais Valenciá, Aragón, Castilla La Mancha, casi pierden Madrid y Castilla León... y también ayuntamientos básicos como las de Madrid y Valencia.
Es evidente que los recortes y la corrupción les ha pasado factura. El machaque constante de Rajoy con la “recuperación económica” no les ha servido de nada. ¿Qué han hecho sus votantes? Nunca fueron votantes de la clase trabajadora y las clases bajas, salvo marginalmente. El PP se ganó a un sector popular -clase media asalariada y pequeña burguesia- en las elecciones del 2011 sobre la base de un malentendido, un quid pro quo: ellos por omisión aparecían como garantes de las pensiones y del estado del bienestar y eran alternativa ante el “desastre al que nos había llevado Zapatero”. De hecho, para cabreo de los liberales doctrinarios, todos los ataques a las pensiones, salud y educación que ha realizado el gobierno los ha emprendido bajo la excusa de “salvar los servicios públicos” aunque los estuviera asfixiando ante la vista de todos; nunca se le ocurrió lanzar la batalla ideológica de la necesidad de privatizar y acabar con el estado del bienestar como hizo Thatcher porque saben que si lo hicieran su base electoral desaparecería. No hay un sector pequeñoburgués y burgués de masas clamando por el liberalismo, porque cada uno se pague sus pensiones, sanidad y educación, como sí lo hay en Gran Bretaña.
Esta es la razón profunda -como bien comprende Arriola, el asesor electoral de Rajoy- por la que una parte considerable de los que votaron al PP se han desencantado. En estas elecciones la inmensa mayoría ni ha votado, sólo una minoría se decidió por Ciudadanos. Esto es un fenómeno nuevo por estos lares, hasta ahora este tipo de abstención desencantada se daba más entre los votantes del PSOE e IU. Aún no significa más que el hecho de que un importante sector que le apoyó está cabreado con el gobierno del PP sin que todavía se pueda saber si este cabreo cristalizará en un cambio ideológico a izquierda o a (extrema) derecha.

El PSOE, maestro en las carambolas
Una de las peculiaridades de la situación actual es que el PSOE saca su peor resultado histórico, pierde 700.000 votos desde las municipales anteriores y sin embargo, los resultados significan para él un enorme respiro ya que se convierte en el partido clave para la formación de muchos de los gobiernos autonómicos y municipales que salieron de estos comicios.
Hasta el 24M, dos ideas estaban dando vueltas por la vanguardia: el PSOE es igual que el PP (“casta”) y el PSOE está muerto.
Ya hemos hecho referencia en muchas ocasiones a que la idea de la “igualdad” entre PSOE y PP es propia de la nueva clase media asalariada cabreada que adopta una pose “ultraizquierdista”. El PSOE y el PP no son iguales en absoluto, si lo fueran, su relación mutua como pilares del régimen no funcionaría. La diferencia no estriba en el carácter de su política: ambos son partidos procapitalistas. Las posiciones del PSOE sobre aborto u homosexualidad son las de la burguesía liberal y sus partidos en otros países. Pero si vamos a juzgar a los partidos sólo por la política que llevan a cabo y la clase social que se beneficia de ellas, hay que decir que los keynesianos: Podemos e IU son igualmente burgueses. La diferencia estriba en que el PSOE sigue siendo un partido votado masivamente por la clase trabajadora mientras que al PP le vota en lo fundamental todo lo que esté ligado a la propiedad o la autoridad. Por eso es imposible para las fuerzas revolucionarias, comunistas, tener la misma táctica ante los dos.
En cuanto a si el PSOE está muerto, es verdad que su crisis mortal ya comenzó: ya lo dijimos en su momento. Pero no nos apresuremos. Hemos visto partidos socialdemócratas “morirse” en otros países y siempre renacen (con la excepción de Italia, donde el stalinismo se ha transformado primero en partido socialdemócrata y ahora en partido burgués sin dejar espacio a la socialdemocracia para que renazca). El PSOE sigue teniendo más voto obrero que las nuevas candidaturas, un peso en la burocracia sindical, sectores de la clase media que lo apoyan como “progresista pero responsable” y hasta sectores burgueses clientelares. Y la particular configuración del voto que ha salido del 24M podría convertirse para él en un préstamo de vida. Todavía tiene que profundizarse más la crisis del régimen para conseguir reventarlo. Que por cierto, naturalmente, debe ser el objetivo de todo revolucionario.
El PSOE pretende posar como el “líder natural” de la izquierda; las otras formaciones deberían votarle. Ellos mismos juegan con la idea de que IU, Podemos, Compromís, candidaturas ciudadanas, son útiles porque les presionan por la izquierda para cumplir su propio programa. Y no andan muy descaminados en esto.

IU: ¿medio muerta, o muerta en vida?
Las elecciones han sido un nuevo desastre para IU. El caso paradigmático de Madrid, donde a su candidatura municipal no la han votado ni ellos, la mayoría de los afiliados han trabajado para Ahora Madrid -donde hay una corriente de gente que ha abandonado sólo formalmente IU, están preparados para volver y hacerse con la dirección- y los resultados para la Comunidad han sido mínimos, es el más sangrante. Pero en todas partes les ha sucedido lo mismo. Su “comprensión” hacia Monago en Extremadura la ha hundido de la misma manera como en Andalucía lo hizo su cogobierno con el PSOE.
En IU parece que se avecina la batalla final. Los sectores más mugrientos del PCE se alían sorprendentemente con los llamazaristas y la “Izquierda Abierta” contra cualquier tipo de convergencia con Podemos, mientras que el candidato para las generales, Alberto Garzón, dice que la “Unidad Popular” es la única salida. Finalmente, con el apoyo de Cayo Lara, esta ha resultado ser la posición oficial de IU tras la reunión de su Presidencia Federal del día 5 de junio.
No nos vamos a apresurar a celebrar el entierro del stalinismo. No por falta de ganas, no lloraremos una lágrima por el PCE, un partido que desde 1931 ha sido el mayor obstáculo interno para que la clase trabajadora española adoptara una orientación revolucionaria. Pero IU sigue teniendo militancia real e implantada, no es sólo un aparato electoral de aluvión lleno de oportunistas buscando cargos como Podemos (aunque oportunistas buscando cargos tiene para aburrir), por lo que no va a desaparecer tan rápido como algunos predicen. Es más, su emplazamiento a Podemos para construir una “Unidad Popular” y la respuesta negativa de Iglesias podría darle alas y hacer que en las generales recupere terreno perdido. Como siempre, sólo el desarrollo de una corriente revolucionaria en la clase trabajadora, algo que no se vislumbra, le podría dar la puntilla a este aparato contrarrevolucionario.

Podemos, ¿reforzado o debilitado?
Pablo Iglesias está exultante con los resultados. Los está vendiendo como un éxito apoteósico. Pero en realidad, en todas las autonómicas en las que se ha presentado Podemos ha sacado en torno al 15% (20% en Aragón, única comunidad donde el candidato, Echenique, no es de la cuerda de la cúpula). Esto es un resultado típico de IU, no el resultado de un partido que se plantea ganar las elecciones a seis meses vista. Los resultados municipales han sido mucho mejores, pero, como explicamos más abajo, no son resultados de Podemos sino de candidaturas unitarias. Son resultados no extrapolables a las generales porque en éstas Podemos tiene claro que se presenta en solitario.
Pero los resultados absolutos no son el único problema, ni siquiera el principal. El embrollo al que se enfrenta Podemos es que la fragmentación del voto ha sido tal que les ha obligado a entrar en pactos, acuerdos y negociaciones. Así que, después de construirse un discurso basado en vulgaridades sobre la “casta” ahora resulta que va a haber casta “buena” y casta “mala”, que son “susto” y “muerte” como gráficamente ha dicho Teresa Rodríguez. La “virginidad” política que tanto han mimado la acaban de perder. Llegarán a las elecciones habiendo ya tocado poder.
Además, las candidaturas “de unidad popular” sólo son Podemos en la imaginación de la prensa burguesa. Muchos de sus principales exponentes ya hablan y se coordinan como si estuvieran montando una alternativa estatal. No sería un “quinto partido”, más bien se trata de una pelea con Podemos por el espacio que PSOE, PP y C´s dejan libre. Si finalmente serán un apoyo para Podemos, lo que está claro es que no lo serán para Pablo Iglesias y sus acólitos.

Las candidaturas de “unidad popular”
El fenómeno específico más interesante del 24M han sido las candidaturas municipales “ciudadanas”, autodenominadas “de Unidad Popular”, que en general han obtenido buenos resultados, especialmente los simbólicos de Madrid y Barcelona. ¿cómo interpretar este fenómeno?
Nosotros ya dijimos que estas candidaturas se formaron en el marco del período abierto por el 15M, dentro de sus presupuestos ideológicos: ciudadanismo frente a clasismo, democratismo frente a socialismo, “democracia de base” frente a forma partido. De todos modos el hecho que influyó en que adoptaran precisamente esta forma concreta ha sido la decisión que los tuerkistas ((Iglesias, Monedero, Errejón...) tomaron en Vistalegre de que Podemos no se presentase como tal a las municipales. Porque lo que se decidió allí, aunque ahora Iglesias intente ponerse la medalla del triunfo diciendo que esto es lo que se votó, el énfasis estuvo en la negativa, que bajo ninguna circunstancia Podemos se presentase a las municipales con su sigla (“marca” como dicen ellos). Y esto no era por un escrúpulo doctrinario ni por amor a la “convergencia” sino por el terror de que los candidatos improvisados dieran lugar a algún escandalillo que les quitasen opciones de cara a las generales de noviembre.
De hecho, la actitud de Podemos hacia las candidaturas municipales fue de la arrogancia al sabotaje directo durante el período de su formación. Al final, para el activismo parece que “bien está lo que bien acaba”, pero todos los participantes saben lo que ocurrió, como saben que las simplificaciones periodísticas asimilando las candidaturas con Podemos no tienen pies ni cabeza.
¿Qué se puede esperar políticamente de estas Candidaturas de Unidad Popular”? Lamentablente, hablando claro, es obvio lo que no se puede esperar. Que pongan la satisfacción de las reivindicaciones populares por encima del cumplimiento de la legislación burguesa. No son candidaturas contra las instituciones, no vienen “a reventarlas desde dentro”. No, son una forma de recuperar para el régimen a todo un sector del activismo.
Lo ridículo de la pataleta de Esperanza Aguirre no es sólo que sea una pataleta porque perdió el caramelo. Se comprende que le siente mal no ser alcaldesa. No, lo ridículo de sus tácticas de 24 horas -primero, todos contra Podemos, después abogó por un gobierno de “concentración” en el ayuntamiento de Madrid, incluyendo a Podemos, luego el apoyo al PSOE desde fuera, etc- es que las planteó en nombre de defender a la “democracia occidental” en peligro por la posibilidad de que se constituyan “soviets” como dice el programa de Ahora Madrid. El problema es que ni la “democracia occidental” está en peligro ni Ahora Madrid va a constituir soviets.
Ojalá las acusaciones de Esperanza fueran ciertas. Ahora Madrid ha abogado por asambleas de vecinos que decidan lo que sus representantes llevarán al pleno o la Juntas de Distrito. Esto no tiene nada que ver con “soviets”. Los “soviets” (no por su nombre, sino por su concepto) son un componente imprescindible de un programa revolucionario, siempre que se entienda bien de qué se trata: de organismos democráticos y revolucionarios de la clase trabajadora y los demás explotados y oprimidos que se levantan como dualidad de poder, como alternativa incompatible con las instituciones del estado burgués y no como “auxiliares” de una organización integrada en estas mismas instituciones. En su momento explicamos este carácter de los soviets, al final de nuestra hoja sobre Bárcenas. Por eso ni las “Candidaturas de Unidad Popular” ni Podemos son compatibles con el llamado a constituir verdaderos “soviets”.
Lo mismo pasa con Barcelona en Comú. Le faltó tiempo a la aún no alcaldesa Ada Colau para actuar como intermediaria para que los técnicos huelguistas de Movistar puedan negociar y acaben con el encierro en el Mobile World Center (MWC). Después ya ha dicho que los empresarios no tienen nada que temer de ella.
Pero el caso de Ahora Madrid es más sangrante. Se trata de una candidatura construida “desde abajo”, con innumerables asambleas para decidir el programa, con primarias disputadas entre varias corrientes, etc. Pero Podemos propuso y se salió con la suya, que la candidata a alcaldesa sea Manuela Carmena, una exjueza sin ninguna relación con ningún movimiento de lucha. Una mujer que constantemente decía “no ser de Podemos”. La mayor parte del activismo madrileño se batió el cobre en la campaña, la victoria ha sido tan abultada que ha obligado al PSOE a apoyar su investidura (cuando su candidato, Carmona, era uno de los más ruidosos críticos contra el “populismo”).
Pero cuando Carmena ya es alcaldesa, ¡vaya declaraciones que hace! El programa tan arduamente discutido no es obligatorio, es una “sugerencia”. Los activistas son “rígidos” y las asambleas “no funcionan”. El Banco Municipal prometido no se va a hacer. Mientras multiplica las declaraciones diciendo que gobernará “para todos” y se reune con los banqueros para darles seguridades, empiezan a producirse desahucios y, a diferencia de Colau, ella ni va ni mueve un dedo para pararlos porque “no van a hacer cosas ilegales”. Es que Carmena pretende hacer reformas democráticas pero ni piensa en superar al capitalismo. Al menos hoy es honrada, porque según dice en la misma entrevista, su militancia en el PCE fue “instrumental”, es decir, militaba sólo para tirar al franquismo, como demócrata burguesa, pero no tenía ningún interés en trascender el marco capitalista.
Es que, más allá de la mística asamblearia, lo que ha salido de estas elecciones ha sido un nuevo movimiento reformista, que no es rupturista ni siquiera a nivel de régimen (las candidaturas no se pronuncian por la república, las que no están en nacionalidades oprimidas no hablan de autodeterminación, etc).
Montoro puede amenazarlas impunemente en sus declaraciones del día 12, el día antes de la constitución de los nuevos gobiernos municipales. Dijo que los nuevos alcaldes tienen que saber que hay leyes, que hay un límite al gasto, que si alguien no cumple será destituido y caerá sobre él el peso de la ley... Sabe que estas amenazas bastan. Porque las candidaturas de “Unidad Popular” no tienen intención de poner el bienestar del pueblo por encima de la ley burguesa. Dicho con otras palabras, no tienen ninguna intención de hacer la revolución. El fenómeno de las candidaturas de “Unidad Popular”, aunque recién formado y aún no consolidado, es un nuevo obstáculo, fortalecido por sus posiciones institucionales, que se erige en el camino del desarrollo revolucionario de la clase trabajadora.

De aquí en adelante
Las elecciones del 24M son vistas por todos los aparatos burocráticos del movimiento de masas, pero lamentablemente también por las masas mismas y el activismo, como un jalón hacia las elecciones generales de noviembre, el horizonte temporal que lo domina todo. Y este horizonte es tan cercano -incluso si no se materializase el rumor de que las elecciones se adelanten- que probablemente no dará tiempo a que las masas hagan una experiencia con los gobiernos municipales y autonómicos salidos del 24M.
Nosotros comprendemos la vía elegida por muchos que se revindican “revolucionarios” y hasta “trotskystas”, la de trabajar dentro de Podemos y/o en las candidaturas “de unidad popular”, intentando organizar a los descontentos con el inevitable giro a la derecha que se va a ir produciendo. Pero estamos totalmente en desacuerdo con esa táctica. Estos grupos son muy pequeños y sus ideas no son conocidas. Su presencia en Podemos y demás se convierte más en una excusa para las direcciones -¿veis? Se pueden hacer críticas desde la izquierda y a pesar de todo estar dentro, “sin romper la unidad”, dicen- pero no puede convertirse en un catalizador de corrientes revolucionarias.
Si la táctica del entrismo se ha demostrado históricamente bastante difícil, con más fracasos que éxitos, en este caso es especialmente complicada. Cuando los revolucionarios hacen entrismo en una organización obrera reformista, socialdemócrata o stalinista pero que esté pasando por una fase centrista en la que sectores de la base comienzan a romper políticamente por la izquierda con su dirección, los revolucionarios siempre pudieron apoyarse en el hecho cierto de que permanecen fieles a los principios clasistas y anticapitalistas sobre los que ambas corrientes se fundaron aunque sus direcciones los abandonaron hace décadas. Por el contrario, Podemos se ha construido desde el principio como una organización ciudadana, ni obrera, ni de clase, democratista y no socialista. No se puede acusar a Pablo Iglesias y adláteres, por lo tanto, de haber traicionado su programa por no ser de clase ni atacar al capitalismo como tal sino sólo sus manifestaciones más dolorosas.
Por nuestra parte, hemos comenzado un diálogo con sectores que se reivindican revolucionarios y planteen una vía por fuera de Podemos. Nuestra intención es ir formando un polo revolucionario independiente, alrededor de las ideas de independencia de clase y programa anticapitalista. Aunque sólo sea propagandístico y de cooperación en las luchas, es vital ir creandolo porque si no a corto plazo (cualquier candidatura revolucionaria sería testimonial en noviembre), a medio plazo su necesidad se va a hacer sentir con fuerza en la vanguardia.
Sin duda muchos de los participantes, activistas, dirigentes de la futura revolución proletaria hoy están participando en candidaturas “de unidad popular”. Pero para pasarse al lado de la revolución proletaria tendrán que romper con ellas, no sólo organizativamente, sino políticamente, con toda esa ideología “ciudadana”, de “empoderamiento”, de “tomar las instituciones”, etc. Una corriente obrera, comunista, revolucionaria, no surgirá por maduración sino por ruptura de este movimiento. Porque sólo la clase trabajadora unida, atrayendo a su alrededor a todos los sectores explotados y oprimidos puede arrebatarle el poder a los explotadores y abrir la vía al socialismo. Sin embargo, la "unidad popular" es la unión entre diversas clases, sin ningún protagonismo del proletariado y con la puerta abierta, ya que también son "ciudadanos" a la participación de las clases explotadoras. La "unidad popular" es la antesala del frente popular.
Grupo de Comunistas Internacionalistas, 28-VI- 2015


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