lunes, 15 de agosto de 2016

26J, elecciones repetidas:

NO SE QUEJARÁ RAJOY

PERO A “UNIDOS PODEMOS” SE LE HA CONGELADO

LA SONRISA DE UN PAÍS”



 












Las elecciones del pasado 26J se celebraban como forma de salir del impasse al que habìan conducido las del 20D. Pero como las razones del impasse son objetivas (como ya dijimos aquì, la movilización ha alcanzado un nivel suficiente para poner en crisis al régimen político pero no aún para permitir darle una salida progresiva) y como no ha ocurrido nada en los seis meses de “gobierno en funciones” que mueva la pelota del centro del campo, en lo fundamental han sido una repeticion general.
Pero en el detalle (y ya se sabe que “el diablo se esconde en los detalles”) ha habido cambios importantes. Por un lado, la leve recuperación del PP, sin garantizarle nada, le deja en una situación aún mejor como principal candidato a liderar el gobierno. Por otro lado, la nueva caída de C´s para algunos pone en duda incluso su continuidad (no es nuestro caso, como ya dijimos en su momento, creemos que este partido va a ser un problema duradero). El PSOE no se hunde como se esperaba; la ejecución de Sánchez se retrasa un poco. Y lo más llamativo, no sólo no se produce el “Sorpasso” sino que la unidad entre IU y Podemos en lugar de sacar más votos pierde un millón doscientos mil. Todas las encuestas han quedado desmentidas. ¿Qué ha ocurrido? 

 
¡Después de los ataques más salvajes contra las clases populares, el PP vuelve a ganar (o casi)!
El comentario más repetido ante el resultado electoral era: ¡País de masocas! ¿Cómo puede ser que después de todo lo sucedido vuelva a ganar el PP! En realidad el PP apenas recupera nada. Sube 600.000 votos mientras C´s baja 400.000; es decir en gran parte recupera votos “prestados”.
¿Cómo se han podido equivocar tanto las encuestas? Seguramente no lo hicieron. Pero se realizaron antes de que se conociera el resultado del referéndum británico para salir de la UE, el “brexit”. En la mente conservadora esto ha sido un terremoto; el reflejo condicionado conservador ha sido arrojarse a votar a lo “conocido”, el PP en lugar de a lo nuevo, C´s. El mantenimiento del voto al PSOE e, incluso, una parte de la pérdida de votos de Unidos Podemos tiene esta fuente.
Se han hecho todos los comentarios imaginables sobre que a la base electoral del PP la corrupción sencillamente le resbala. Donde más casos de corrupción hay en el PP más suben sus votos. Es obvio. Es la mentalidad de esta gente. Cualquier lector atento de “ABC” o “La Razón” sabe que estos periódicos nunca se la juegan a defender la honradez de los políticos del PP ni tampoco adoptan una posición “puritana” denunciando firmemente a los corruptos confirmados; no, su respuesta ante cada caso de corrupción en el PP es “y tú también” (ni siquiera “y tú más”): poner ejemplos de corrupción en otros partidos. La idea es que en el fondo todo el mundo es igual, nadie es “puro”, todos tenemos precio. Por eso estos periódicos desgranan cada renuncia de las organizaciones dichas “de izquierda”, no porque se quejen de ello sino como ilustración de esta tesis.
Pero nos parece que esta observación no basta, que se hace necesario ir más allá, encontrar la base objetiva detrás de esta actitud. No es tanto (aunque es un factor) que la existencia de corruptos presupone la de corruptores, y que éstos, por lo que va apareciendo en las investigaciones, son empresarios que también pertenecen a la base electoral del PP.
Más importante es comprender la base de clase que hay detrás de este comportamiento. En la medida que el PP ha tenido un discurso, ha sido el de la “recuperación económica”. La izquierda ha tendido a menospreciar esta afirmación, señalando que el paro continúa, que de hecho hay menos empleos que al comienzo de la crisis y que los innumerables nuevos contratos que se realizan son precarios y brevisimos, de hecho contratos rotativos que apenas tienen incidencia en reducir el paro. Pero la base social del PP no está formada por los trabajadores precarios o en paro, aunque haya quien los vote. La base social está formada por todos los escalones de la burguesía, de las cimas oligárquicas a los pequeños empresarios y verdaderos autónomos (no los que en realidad son trabajadores asalariados sin esta consideración legal). Es decir, de todos los que viven de la propiedad. Y es que, como nosotros ya dijimos aquí, era “inevitable” una “recuperación”, la política de ajuste del PP, aunque no lograria salir verdaderamente de la crisis inagurando un nuevo ciclo de acumulación (porque para ello se necesitaría un aumento astronómico de la explotación), sí iba a tener a corto plazo como resultado un aumento de los beneficios empresariales, que se expresaría en cierta reducción de deudas, aumento del consumo de la burguesía y un ligero aumento del empleo precario. Y esto es lo que significa “salir de la crisis” para la burguesía. Por eso ésta ha “comprado” la retórica de Rajoy.
De todos modos, el resultado será una satisfacción moral para Rajoy pero deja de nuevo al PP con el problema de no llegar ni de lejos a la mayoría necesaria para la investidura. Ni con un acuerdo con C´s llega, le hace falta el apoyo o la abstención de alguien más. Por eso ahi tenemos de nuevo al PP pidiendo a gritos apoyo al PSOE... y negociando en secreto financiación y quien sabe qué más con CDC y el PNV.
El acuerdo semisecreto con los nacionalistas burgueses catalanes y vascos para la mesa del Congreso se realiza en medio del escándalo de las grabaciones del Ministro del Interior Jorge Fernández Díaz, en las que se demuestra que conspiraba con la policìa, órganos judiciales y periodistas afines para obstaculizar el proceso independentista en Catalunya.
Estas grabaciones han levantado una indignación generalizada. En realidad estas grabaciones lo único que ponen al descubierto es el funcionamiento normal del estado burgués. No es el ministro, es la burguesía en su conjunto la que usa “las instituciones” para librarse de sus enemigos políticos, las burguesías periféricas ahora, pero mañana el movimiento obrero radical.

Unidos Podemos: A la busca del voto desaparecido
Si se miran objetivamente, los resultados de Unidos Podemos no son un fracaso. Repite el mismo número de escaños. Y sorprendentemente, se convierte en la formación más votada tanto en la Comunidad Autónoma Vasca como en Catalunya.
Pero si lo medimos en relación a sus previsiones, el fracaso es mayúsculo. Toda la estrategia de Podemos giraba alrededor del supuesto “sorpasso” al PSOE. “Sorpasso” que no implicaba una actitud hostil, no se trata de dejar de lado al PSOE sino de tener una mejor relación de fuerzas para de todos modos llegar a una alianza de gobierno.
Y esto ocurre precisamente no cuando se presentan orgullosamente solos, lanzando anatemas a diestro y siniestro (sobre todo, siniestro) sino cuando Podemos abandona la vacua charlatanería sobre “arriba y abajo, no derechas ni izquierdas”) y va a las elecciones en coalición con IU (que silenciosamente deja en la papelera la “Unidad Popular”). La unión de los dos en lugar de sumar, resta. ¿Tendrá razón Errejón, que critica el pacto desde el populismo Laclauista?
No lo creemos asi. Pero tampoco creemos que lo correcto sea lo contrario. Hay quien hace la caricatura de análisis a la que “El Militante” nos tiene acostumbrado. Esta organización (tanto la que ahora se llama “Izquierda Revolucionaria” como su escisión “Lucha de Clases”) tiene una orientación de décadas hacia la socialdemocracia y los “partidos tradicionales de la clase trabajadora”, aunque eso no les impida adaptarse también a Podemos. Nunca se presentan a las elecciones directamente sino que siempre llaman a votar por dichos partidos tradicionales. Si éstos consiguen un gran resultado, según ellos es producto de la presión de la clase trabajadora, que les exige avanzar. Pero si cosechan un fracaso, eso se debe a que no se presentaron ni agitaron en la campaña un “verdadero programa socialista”. Lo que no se explica es porqué las organizaciones que se presentan a las elecciones con un “verdadero programa socialista” obtienen resultados simbólicos... bueno sí se explica, según la teoría de estos discípulos del malogrado Ted Grant, es que las masas lo que quieren es que sus partidos tradicionales adopten un “verdadero programa socialista”, no cambiar de partidos. Partiendo de premisas muy distintas, sería seguir este mismo método achacar el millón y pico de votos perdidos solamente a la derechización de Podemos.
Con esto no queremos negar que debe haber habido sectores considerables ofendidos por la escandalosa línea de Unidos Podemos y Pablo Iglesias en particular durante esta campaña. Para empezar, con unas listas que incluyen un luchador jornalero prestigioso, Diego Cañamero... al lado de un Guardia Civil y del ex-Jefe del Estado Mayor, que participó en la intervención de la OTAN en Libia (que no salió electo, pero esto no cambia nada el significado político).
Para continuar, aparte de la apelación continua al “patriotismo”, un programa electoral convertido en un trasunto del catálogo de IKEA, un discurso bochornoso de adulación al PSOE, a Zapatero, en fin, un abandono completo de todo cuanto era “radical” o “transgresor” en Podemos en favor de ofrecerse para formar un gobierno “serio”, “responsable”.
Cuando Pablo Iglesias escenifica su apostasia, cuando se detiene en explicar que era “comunista” cuando no tenía responsabilidades pero que ahora que puede gobernar es “socialdemócrata” el efecto que ha conseguido ha sido producir repugnancia a gran parte de su base social. Y no lo ha hecho sólo, ni siquera principalmente, porque esa base social sea “comunista” o “revolucionaria”, que no lo es, sino que está instalada en el mismo reformismo que Iglesias le vende. Lo ha hecho porque para el sentir popular, y en esto se expresa una profunda sabiduría, este exhibicionismo de la renuncia (no ante el choque con la realidad, porque todavía no gobierna, sino como show demostrativo de la propia impotencia de cara a los poderosos) dice mucho sobre el personaje. Si algo expresó y al mismo tiempo fortaleció el 15M, fue la desconfianza hacia los políticos. Podemos desde el principo se apoyó en este sentimiento e intentó construir a sus figuras mediáticas como gente normal, en las que sí se podía confiar. Pablo Iglesias sin embargo se ha comportado como un político al uso, peor, como uno especialmente sin principios. Pocos políticos españoles pueden temer tanto a la hemeroteca (y a la videoteca), pocos han cambiado tanto de opinión y han dicho tantas cosas contradictorias sobre tantas cosas en tan poco tiempo. Pocos no, ninguno.
Desde luego ha debido haber votantes de IU cabreados que hayan seguido las indicaciones de Llamazares y no hayan votado. Unidos Podemos ha perdido muchos votos en Asturias, donde IU era más fuerte. Pero el número de votos perdidos iguala al de votos a IU-UP el 20D. Es increíble pensar que la mayoria de los votantes de IU se hayan abstenido. Es increíble porque la unidad IU-Podemos levantó muchas expectativas, entre la base de ambas formaciones y también más allá, entre activistas, sindicalistas, etc, no vinculados a ninguno de los dos grupos. Eso es lo que reflejaban las encuestas pero también el trato con los militantes y simpatizantes concernidos.
Por lo tanto la abstención a Unidos Podemos no es la expresión de una oposición revolucionaria consciente a la derechización de Pablo Iglesias, pero tampoco es simplemente, aunque también exista este factor, un reflejo de la desconfianza ante el cambio, el miedo, los prejuicios reaccionarios anticomunistas contra la alianza con IU, etc.
No es la expresión de una tendencia coherente hacia la revolucion, pero si una expresión de desconfianza que va por el buen camino. Expresa una tendencia progresista, un instinto sano sobre el que hay que trabajar.

La nueva situación
Lo que está claro es que, tras todos los tiras y aflojas y negociaciones que se van a suceder, el gobierno que surja va a ser cualitativamente más débil que el anterior. Lo más importante no es la aritmética electoral. Se trata de que entramos en una situación inestable. La Comisión Europea quiere multar a España por el descontrol de su deuda, exige nuevos recortes. Tras el Brexit, la cosa no está para bromas. Y eso es sin que haya llegado, pero todos la esperan, la nueva recesión, el segundo rebote de la crisis del 2007-8 que puede llegar en cualquier momento, y muchos creen que ese momento será 2017. Y sin esperar a ese momento, en países europeos como Francia, la movilización ya se ha desencadenado, roto el equilibrio y puesto en marcha a nuevas capas y generaciones de activistas en un proceso que no se sabe a dónde llegará.
Desde estas hojas llevamos tiempo alertando de que una cosa es admitir que ha comenzado la crisis terminal del régimen (a partir de la eclosíón del 15M en 2011, como un eco atrasado del estallido de la crisis mundial en 2007-8 y su traslación político-económica con las medidas de Zapatero en 2010). Pero otra cosa muy distinta es exagerar el alcance de lo ocurrido, inflar en la imaginación lo avanzado de la situación. Porque la revolución se acerca, pero no está a la vuelta de la esquina. Son muy fuertes los obstáculos subjetivos, ideológicos, internos al movimiento (no sólo los externos, procedentes del aparato de estado) que hay que vencer.
Por eso, no basta con proclamar que se abre un periodo de grandes luchas, de grandes enfrentamientos para parar la nueva oleada de ataques que se avecina. Desde luego hay que partir de plantear la más amplia unidad de acción para la lucha unida contra las medidas que se auguran. Una unidad de acción que se verá favorecida por el hecho de que todo indica que se constituirá un gobierno integramente derechista, sin participación de ningún partido de la “izquierda”.
Pero la presencia en las movilizaciones contra las medidas dell nuevo gobierno de derechas del PSOE o de Unidos Podemos, por no hablar de las burocracias de CCOO y UGT, se va a dar con el objetivo de modificar la relación de fuerzas en el parlamento para constituir un gobierno “progresista” cuyas diferencias programáticas con el anterior serán de matiz. Por eso es igualmente necesario impulsar las luchas más allá de dónde los reformismos, viejos o nuevos, quisieran que se quedaran.
Es importante que la unidad de acción contra los ataques nunca sea una unidad también en la propaganda y la explicación; por el contrario, hay que popularizar sin timidez ni vergüenza un programa abiertamente anticapitalista, revolucionario, comunista, contrapuesto de la A a la Z a todos los programas y medidas reformistas, por populares que sean entre el activismo.
Esta es la tarea que No Hay Tiempo Que Perder tiene planteada en la situación que se abre.
Grupo de Comunistas Internacionalistas, 4-VIII- 2016

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